DORO: Belleza imperfecta en la mesa perfecta
Hay mesas que no se olvidan. No solo por el sabor de un plato o la vista desde un restaurante, sino por esa armonía sutil entre lo que se sirve y cómo se presenta. En los hoteles de lujo, donde la experiencia es tan importante como el destino, la vajilla cobra un nuevo protagonismo: es arte funcional, es identidad.
Fabiola Lairet lo entendió antes que muchos. Sushichef, restauradora y apasionada de la estética japonesa, fundó DORO con la idea de acercar la cerámica artesanal Minoyaki al mundo del hospitality más exigente. Sus piezas —hechas a mano en pequeños talleres de Gifu— cuentan historias de barro, fuego y tradición. Pero sobre todo, elevan la experiencia del comensal, creando un diálogo íntimo entre la cocina, el entorno y quien se sienta a la mesa.
¿Cómo nace la idea de crear DORO y qué te impulsó a enfocarte en la cerámica japonesa artesanal?
DORO nace de una pasión profunda por la cultura japonesa, su estética y su forma de entender la belleza cotidiana. Como sushichef y restauradora, siempre sentí que la vajilla no era solo un soporte funcional, sino una extensión de la experiencia gastronómica. Durante mis viajes a Japón, descubrí la cerámica Minoyaki y su riqueza artesanal. Entendí que había una oportunidad única de acercar esta tradición milenaria al mercado europeo, especialmente en un momento en que la autenticidad y la artesanía cobran un nuevo valor.
¿Qué significa para ti la palabra “DORO” y cómo refleja la esencia del proyecto?
“Doro” significa “barro” en japonés. Es el origen, la materia prima, la raíz de cada pieza. Para mí simboliza el vínculo entre la tierra, las manos del artesano y el acto de servir. Elegí este nombre porque representa la humildad y la belleza imperfecta que caracteriza al wabi-sabi, una filosofía estética profundamente japonesa y que impregna todo lo que hacemos en DORO.
Has sido pionera en introducir auténtica cerámica Minoyaki en España. ¿Cómo lograste establecer ese vínculo tan exclusivo con los artesanos de Gifu?
Más que ser la primera en traer cerámica japonesa a España —que ya había llegado antes, aunque de forma marginal o como complemento en tiendas de alimentación o regalos—, lo pionero en mi caso ha sido especializarme exclusivamente en ella. DORO nace con el foco claro de posicionar la cerámica japonesa artesanal como un producto central, con identidad propia y valor cultural, no como un accesorio.
Ese camino comenzó muchos años atrás, cuando estudié cocina japonesa con mi sensei Andy Matsuda y su mujer, Setsu Matsuda. Ellos no solo me introdujeron en la gastronomía japonesa, sino que me abrieron las puertas de su vida y de su cultura. Viví con su familia en Japón, trabajé en su restaurante familiar en Nishiwaki y entablé una gran relación de amistad con Setsu, que sigue siendo un vínculo muy importante en mi vida. Más adelante, hemos viajamos juntos en varias ocasiones para profundizar en la historia, las costumbres y las artes tradicionales del país.
En ese recorrido, conocí la región de Gifu y su cerámica Minoyaki. Visité talleres, observé procesos, hablé con ceramistas y comprendí la enorme riqueza que allí se conserva, con cientos de hornos de diferentes estilos, tamaños y linajes. Esa vivencia me dio una comprensión profunda de lo que representa esta cerámica y del valor que tiene trasladarla, con respeto, al contexto europeo.





¿Qué valor diferencial puede aportar DORO al sector del hospitality de lujo en España?
DORO aporta un valor intangible pero determinante: identidad. En un sector donde la experiencia lo es todo, nuestra cerámica permite a los hoteles y restaurantes construir una narrativa estética y sensorial en torno a su mesa. No se trata solo de vajillas bellas, sino de piezas con alma, hechas a mano, que hablan de territorio, de tradición y de arte. Incorporarlas no solo aporta autenticidad, sino que eleva el espacio, dota de intención cada puesta en escena y amplifica la percepción de valor por parte del comensal.
¿Cómo ha influido tu experiencia como sushichef y restauradora en la curaduría de las piezas que ofreces?
Mi experiencia me ha dado una comprensión profunda de lo que una pieza debe ofrecer en términos de ergonomía, resistencia, impacto visual y presencia escénica. No es lo mismo pensar en una vajilla para un restaurante de alta rotación que para un menú omakase con maridaje. En DORO, cada selección responde a criterios tanto estéticos como operativos, siempre con el cliente final en mente.
¿Qué importancia tiene para ti la puesta en escena en una mesa? ¿Es un acto estético, cultural o emocional?
Es una fusión de las tres. En la cultura japonesa, la forma de presentar los alimentos es tan importante como el sabor. La mesa es un escenario donde se honra no solo al comensal, sino también a todos quienes han hecho posible ese momento: los agricultores, los productores, las manos que moldearon la vajilla, los chefs que preparan los platos y a quienes los sirven con dedicación. Para mí, poner la mesa es un acto ritual que despierta los sentidos, conecta con la tradición y emociona. Es estética, sí, pero también es gratitud, hospitalidad y respeto.
¿Qué perfil de cliente encuentra hoy su lugar en DORO? ¿Y cómo se adaptan las piezas tanto a una mesa privada como a una de restaurante de alto nivel?
En DORO trabajamos con una amplia variedad de clientes: restaurantes que desean elevar su puesta en escena —desde proyectos gastronómicos consolidados hasta espacios más íntimos y contemporáneos—, hoteles boutique, y también hogares que valoran el arte de la mesa y la belleza en los detalles. Asimismo, desarrollamos propuestas para barcos y yates privados, y colaboramos con interioristas en vajillas a medida para el ámbito residencial.
Nuestra colección está pensada para adaptarse a distintos estilos y necesidades, con opciones para diferentes presupuestos sin comprometer la calidad ni la autenticidad. Aunque nacen de una tradición japonesa, nuestras piezas se integran con naturalidad en cualquier tipo de gastronomía. Sus formas orgánicas y diseños atemporales las hacen perfectas tanto para mesas privadas como para restaurantes que buscan transmitir sensibilidad, cuidado y carácter.
DORO ofrece más de 500 modelos de vajillas con posibilidad de encargar entre 15.000 referencias. ¿Cómo guías a tus clientes en ese proceso de selección?
Ofrecemos una atención completamente personalizada. Escuchamos las necesidades, el estilo del espacio, el tipo de cocina o de experiencia que se quiere transmitir. Luego guiamos la selección como si se tratara de una curaduría artística. Para proyectos complejos, realizamos moodboards, pruebas de montaje y encargos especiales con los talleres de Gifu.
La amplitud del catálogo es una gran ventaja: nos permite ofrecer soluciones únicas para cada cliente y diseñar mesas que realmente reflejan la identidad del espacio.
Evidentemente, todo lo personalizado requiere tiempo: desde la definición de la propuesta hasta la producción en Japón. Por eso acompañamos a nuestros clientes en cada etapa, asegurándonos de que el resultado refleje con precisión la esencia de su proyecto.
¿Qué tipo de colaboraciones o sinergias imaginas entre DORO y el mundo de los hoteles?
Desde la selección de vajillas exclusivas para restaurantes o suites gastronómicas, hasta colaboraciones en experiencias sensoriales, pop-ups o instalaciones efímeras que integren arte, gastronomía y estética contemporánea. También ofrecemos la posibilidad de seleccionar piezas singulares para boutiques o gift shops dentro del hotel, pensadas como objetos de deseo que el huésped pueda llevarse como recuerdo de una experiencia cuidada al detalle.
Nuestra propuesta destaca por su capacidad de integrarse con naturalidad en diferentes estilos de interiorismo y tipos de cocina. Las piezas de DORO aportan sofisticación, carácter y armonía, elevando la puesta en escena en contextos tan diversos como los clásicos, los mediterráneos o los más contemporáneos, integrándose perfectamente a la estética japonesa, tan apreciada hoy en día por su equilibrio, pureza y sensibilidad.

Fabiola Lairet
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